Cada vez que llueve, e imaginen un tormentón, por la fachada de la casa municipal de cultura, se produce una auténtica cascada-riada de agua, que erosiona la piedra de sillería, nuestra piedra y nuestra historia.
Vecinos de Haro han denunciado de forma verbal el problema hace varias semanas a concejales (imaginen qué administradores tenemos, que les suda todo)
Esas humedades castigan y vulneran el edificio, será cuestión de una simple de limpieza de las bajantes, pero sigue produciéndose el deterioro de nuestro patrimonio.
Ya saben que según un cargo público, socia-lista para más señas, el dinero público no es de nadie, excepto el que corresponde por la nómina mensual a ciertos cargos públicos.
Total, una de dejadez, dos de desinterés, tres de vagancia, cuatro de me importa un pimiento, cinco de para lo que me queda en el convento, seis de dame pan y llámame lo que quieras.
Todo suma.